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miércoles, 31 de enero de 2018

Historias bien contadas

   

Cabo Savino

    
Hasta mediados de los años setenta, en España era difícil encontrar alguna muestra del estupendo material que se producía en el Cono Sur americano. Algunos humoristas, Quino especialmente, comenzaron a aparecer en publicaciones españolas, más a menudo en revistas para adultos que en tebeos o revistas de cómics. Sólo excepciones como los aparatosos magazines de la editorial Columba (El Tony, D'artagnan, Fantasía...) o números sueltos de Misterix o de Billiken que aparecían en algunos mercadillos, y pare usted de contar, nos acercaron algunas de las mejores narraciones gráficas en español de aquellos años (de todos los tiempos, habría que decir). Corto Maltés fue un punto y aparte. Tras el desembarco en Totem del marino del aro en la oreja de Pratt el quiosco español empezó a disfrutar de historietas nacidas en la Argentina y los aficionados de este lado del charco conocimos a los Breccia, Juan Giménez, Trillo, Altuna, Muñoz, Sampayo, Fontanarrosa...
Más complicado era acceder a trabajos de dibujantes como el que hoy nos ocupa, Carlos Casalla, y aún hoy día no es sencillo encontrar y leer las aventuras de Savino, el cabo pampeano que protagonizaba la serie más conocida del autor argentino. Sobre guiones de Roque Guinart (Julio Álvarez Cao) y otros, Casalla dibujó durante medio siglo una colección de relatos modélicos, cuya lectura es un placer para el lector inteligente.
La historia que sigue, escrita por Mario Vidal, me parece una buena muestra para iniciarse en el mundo del milico fortinero.
   






En Tebeosfera puede leerse un texto de Fernando A. García sobre El Cabo Savino: 
Más información en el blog de Luis Rosales, Top Comics.

lunes, 8 de enero de 2018

El Zorro visto por Raf

   

Número 1

Un caballero de California

    

El Zorro es una de las figuras heroicas más admiradas y con más versiones tanto para la pantalla como en la historieta. Everett Raymond Kinstler, Bob Fujitani, Bob Correa, Alberto Giolitti, Alex Toth, Thomas Yeates y Mike Mayhew son algunos de los dibujantes más reconocidos que tomaron al enmascarado de Johnston McCulley como tema de sus viñetas. Aunque el éxito de la copia hispana de Mallorquí, El Coyote, apagó un tanto el brillo del héroe americano en nuestro país desde mediados de los años cuarenta, también hubo autores hispanos que dibujaron al espadachín californiano.
Hoy dedicamos nuestra entrada a recordar a uno de los dibujantes españoles que realizaron su versión de El Zorro, un autor de los más importantes del tebeo español, pero que dedicó su actividad principalmente al humor, siendo menos recordado por sus primeros escarceos con las historietas de aventuras: Juan Rafart, Raf.
Corría el año 1956 cuando la editorial Ferma publicó la colección El Zorro. Fueron veinticinco números en formato vertical, más un extraordinario, y el joven Raf puso en ellos en dibujos los guiones de Juan Llarch. Aunque lejos de la maestría que mostró posteriormente en sus series humorísticas, el artista realizó un correcto trabajo, y los tebeos soportan bien una lectura actual, pese a lo manido del tema.
El primer número de la colección permitirá comprobar si mi juicio ha sido justo.






domingo, 7 de enero de 2018

Más aventuras yanquis en la España de Franco

Kid Roney

Otro día más dedicamos este espacio a volver la mirada al antiguo y obsoleto blog, hoy para recuperar una colección de tebeos de 1941 definidos por su editor como "novelitas gráficas". Sin más exordios, aquí está la entrada que se publicó en la burbuja el 12 de febrero de 2009.
  
ooo000ooo
  
En 1941, en plena fiebre germanófila, con la guerra civil todavía fresca en el recuerdo, con Europa estremecida por la contienda mundial, en la que un puñado de españoles combatía en un bando con la llamada "División Azul" mientras otros miles luchaban en la Resistencia Francesa o padecían en los campos de concentración, la editorial barcelonesa Esteller, bajo la rúbrica "Sdad. Gral. Española de Librería, S. A.", lanzó una "Colección de novelitas gráficas de aventuras" dibujada por el artista catalán J. Nogueras y protagonizada por un joven héroe yanqui de edad indeterminada (¿doce, trece años?), Kid Roney, que correrá emocionantes aventuras en compañía de un adulto, siguiendo el ejemplo que el Terry de Milton Caniff había puesto de moda en 1934. Una de las muchas paradojas de aquellos años de plomo es que los tebeos pudieran permitirse en un momento dado pasar el protagonismo del invencible paladín hispánico al héroe estadounidense sin que las autoridades montaran en cólera, si ya no es que hubiera un interés oficialista en "cambiar de bando" al menos en la ficción.
Es curioso que el nombre del compañero de Kid, que en El rey del desierto es Jim Gale, en el episodio siguiente, El fantasma de los aires, cambie a Tom Huskins. Ignoro si se trata de un error de Nogueras o del guionista, caso de no ser los guiones obra del propio dibujante.
Otro dato a tener en cuenta (éste más divertido) es que una colección española ya "inventara" la denominación "novela gráfica", que tanto ha dado que hablar en el Salón de Angulema, mucho antes de que Will Eisner la empleara por primera vez. Y es que en España, cuando nos ponemos, lo mismo descubrimos el chupa-chups que la fregona, el futbolín o la novela gráfica, faltaría más. Eso sí, a pesar del rimbombante título, las "novelitas" no estaban cosidas, ni siquiera grapadas, sino que se entregaban en una sola hoja plegada sin cortar, algo que no he visto en ninguna otra colección. La impresión era a todo color por una cara y en bicolor la retiración.
   







Según el Catálogo del Tebeo en España de José María Delhom, se editaron cinco números. En uno de ellos, El rey del desierto, se menciona como primera aventura El castillo siniestro y se anuncia la siguiente, El fantasma de los aires. En ésta se da el título de Espionaje moderno como el del siguiente número. El tercer cuaderno de mi colección lleva por título Terror en la ciudad, que pienso que es el último de la serie, aunque también es posible que sea el número 2, puesto que no hay numeración ni fecha de publicación.
Las aventuras de Kid Roney ocupan once de las doce páginas de cada número, y en uno de los ejemplares la parte superior de la última, que se completa con historietas cómicas, en las que aparecen las firmas Enya y G. Cifré.
Dos de los tebeos llevan encartada una hoja del mismo tamaño que el cuadernillo (16,5 por 23 centímetros) impresa por una cara a todo color con una ficha educativa recortable para pegar. Una de ellas con la "Anatomía del oído" y la otra con el "Equipo completo para los vuelos a gran altura". El pie de imprenta de las fichas es de Esteller y Sangel, S. L. Editores – Barcelona. Probablemente la tercera ficha existía y se ha perdido: sesenta y ocho años es mucho tiempo para que se conserve un material tan frágil como estos tebeos, aunque estos tres ejemplares están en unas condiciones excelentes, se mantienen en una hoja entera con el plegado original, sin haber sido cortados para su lectura. Seguramente nadie los ha leído antes que yo.








La baja calidad del papel y de la impresión es evidente, como, por otra parte, era habitual en la época, cuando la escasez obligaba a los editores a ingeniárselas para conseguir hacer frente a sus compromisos de las formas más increíbles (el formato de algunas colecciones, como "Diego Valor" o "Mis Chicas", era debido al hecho de que se imprimían aprovechando el papel sobrante de la edición de otras revistas…).
Tengo que confesar que he caído en la deformación profesional de no respetar los errores originales, y no sólo he retocado algún dibujo en mal estado y he limpiado los fondos lo más que me ha sido posible (el fin de este blog es ofrecer a los aficionados la posibilidad de apreciar el trabajo de los artistas más que el desgraciado resultado que a veces conseguían, sé que seré condenado por los puristas y estoy de acuerdo con ellos, pero no he podido evitarlo, mea culpa). Peor aún, he corregido algún que otro error ortográfico que no he sido capaz de soportar, y esto sí es verdadera deformación profesional: ni "foragidos", ni "poblan", ni "hechar", ni "cojer", ni el más perdonable "cumprirla" he podido soportar. Espero que se me perdone por mi voluntad de ofrecer un mínimo de seriedad gramatical.







(Publicado originalmente en La Burbuja de Alejandro el 12 de febrero de 2009)